VATICANO, 14 Feb. 14 / 12:30 pm (ACI).- El Papa Francisco dio una serie de consejos sobre cómo celebrar bien el matrimonio católico y precisó que, si bien es una fiesta, ésta debe ser siempre cristiana y no mundana, en donde los novios se preocupen de lo que es verdaderamente importante para que lo exterior hable siempre de la presencia del Señor.
A continuación y gracias a Radio Vaticano, los consejos del Papa Francisco en respuesta a una pregunta al respecto, esta mañana en la Plaza de San Pedro en el encuentro con más de 20 mil novios de distintas partes del mundo:
“Hagan de modo que sea una verdadera fiesta, porque ¡el Casamiento es una fiesta, una fiesta cristiana, no una fiesta mundana! El motivo más profundo de la alegría de aquel día lo indica el Evangelio de Juan: ¿Recuerdan el milagro de las bodas de Caná? A un cierto punto el vino se acaba y la fiesta parece arruinarse. Imagínense terminar la fiesta tomando té… No, no va! ¡Sin vino no hay fiesta! Por sugerencia de María, en aquel momento Jesús se revela por primera vez y da un signo: transforma el agua en vino y, con eso, salva la fiesta del casamiento.
Cuanto ha sucedido en Caná, dos mil años atrás, sucede en realidad en cada fiesta nupcial: eso que hace lleno y profundamente verdadero vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se revela y dona su gracia. Es su presencia que ofrece el ‘vino nuevo’, y es Él el secreto de la alegría plena, aquella que entibia realmente el corazón. ¡Es la presencia de Jesús en aquella fiesta! ¡Pero que sea una bella fiesta, pero con Jesús! ¡No con el espíritu del mundo! ¡No! ¡Aquello se siente, cuando el Señor está allí!
Al mismo tiempo, está bien que vuestro matrimonio sea sobrio y haga resaltar aquello que es realmente importante. Algunos están más preocupados por los signos exteriores, por el banquete, por las fotos, por la ropa, por las flores… son cosas importantes en una fiesta, pero sólo si son capaces de indicar el verdadero motivo de vuestra alegría: aquella bendición del Señor sobre vuestro amor.
Hagan de modo que, como el vino de Caná, los signos exteriores de vuestra fiesta revelen la presencia del Señor y les recuerden a ustedes y a todos los presentes el origen y el motivo de vuestra alegría.
Pero hay algo que tú has dicho y que quiero tomar al vuelo, porque no quiero dejarla pasar. El matrimonio es también un trabajo de todos los días y podría decir un trabajo artesanal, un trabajo de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a su mujer y la mujer tiene la tarea de hacer más hombre a su marido. Crecer también en humanidad, como hombre y como mujer. Pero esto se hace entre ustedes. Esto se llama crecer juntos.
¡Pero esto no viene del aire! El Señor lo bendice, pero viene de vuestras manos, de vuestras actitudes, del modo de vivir, del modo de amarse.¡Hacerse crecer! Siempre procurar que el otro crezca. Trabajar para esto. Y así, no sé, pienso en ti, que un día andarás por la calle de tu país y la gente dirá: ‘pero mira aquella, ¡que linda mujer!’… ‘¡se entiende, con el marido que tiene!’. Y es esto, llegará a esto: hacernos crecer juntos, uno al otro. Y los hijos tendrán esta herencia de haber tenido un papá y una mamá que han crecido juntos, haciéndose – uno al otro– ¡más hombre y más mujer!”