1. Un concepto renovado de pastoral
“Yo he venido para que tengan vida y la
tengan en abundancia” (Jn 10,10) dice el Buen Pastor. Así se establece
exactamente cuál es el núcleo de la pastoral: la vida en abundancia.
Poner
la plenitud de vida como objetivo de
la pastoral es clave para determinar la naturaleza de la misma y, en
consecuencia, su desarrollo. Cada hombre y mujer buscarán de modo específico su
propia plenitud de vida. La pastoral no queda como algo exclusivo de los
pastores, sino como el modo en que el fiel escucha la voz del pastor para
invitarle a “una vida plena”.
El
que podríamos considerar “nuevo”
modelo pastoral, no se fundamenta directamente en un concepto de “praxis”, acciones programadas. Las
acciones pastorales, aunque importantes, no son lo esencial: el criterio principal no es su eficacia
exterior, sino la misma “vida cristiana”. Hablamos, pues, de un “nuevo concepto de acción que no es
extrínseco a la persona, sino que su efecto esencial es la realización del ser
cristiano”, un avance en su madurez integral y progreso hacia la santidad,
dentro del seno de la
Iglesia.
Se
recupera como valor fundamental de la
pastoral el aspecto vocacional, toda la acción de la Iglesia debe conducir a
que cada persona responda a la vocación de Dios. Así, el hilo conductor de esta
pastoral será la vocación al amor.
Fuente: La Preparación al Matrimonio y a la Vida Familiar (Diócesis de Málaga y Diócesis de Córdoba)