El primer trimestre del próximo curso comienza con fuerza en el Campo de
Gibraltar con varias ofertas para la oración, la celebración y la formación. El
curso estrella se iniciará el viernes 3 de octubre en el Colegio
Salesiano de Algeciras. Será una
herramienta para ayudar a los jóvenes a descubrir su vocación al amor. Con el
título APRENDAMOS A AMAR el objetivo es formar a
padres, educadores, catequistas, profesores, seminaristas, diáconos, agentes de
pastoral, como monitores especialistas en educación afectiva y sexual.
Para más información e inscripciones acceder al siguiente enlace:
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Con este motivo trascribirnos una entrevista a la profesora del curso
Begoña Ruiz Pereda, de la Fundación Desarrollo y Persona (http://www.desarrolloypersona.org/) que le realizaron recientemente: http://familiayvidacadizyceuta.blogspot.com.es/2014/05/ii-curso-de-monitores-de-educacion.html
1.
En el mundo de hoy, por cómo ha ido evolucionando la sociedad, ¿sigue
teniendo sentido hablar de compromiso para toda la vida? ¿La concepción del
matrimonio que propone la Iglesia, no está algo trasnochada?
Justamente la primera pregunta es la que voy a
tratar de responder a lo largo de la mañana de formación. La respuesta a la segunda
pregunta, en breve, es no. No es una propuesta trasnochada porque mientras que
el ser humano sea lo que de hecho es, la vocación a vivir un amor capaz de
desafiar el paso del tiempo y las circunstancias de la vida es la vivencia que
mejor se ajusta a su valor y dignidad.
2.
¿Realmente se puede educar el amor?
Sí, claro. Todas las personas tenemos capacidad
afectiva y como cualquier otra capacidad ya sea la que se tiene para aprender
matemáticas, física o un idioma, el desarrollarla depende del talento natural
que se tenga de entrada y del trabajo concienzudo por convertir los talentos
naturales en virtud. Si le preguntas a Nadal o a Messi si no han tenido que
trabajar para convertirse en artistas de su respectivo deporte, te van a
contestar que sí, que mucho. Aprender a amar es cuestión de talento natural y
trabajo disciplinado y constante.
3.
Alguna gente tiene la opinión de que la Iglesia sólo se ha dedicado a
reprimir y a imponer normas sobre el amor y la sexualidad ¿Qué puede aportar la
Iglesia sobre este tema?
Mucho la
verdad. La Iglesia siempre ha dispuesto de un tesoro maravilloso a partir del
cual comprender el valor del cuerpo y la sexualidad, el tesoro se llama
“encarnación de Cristo”. Si Dios se ha hecho hombre es porque considera digno
de sí todo lo que es humano. A partir de ahí la sexualidad no puede ser algo
sucio o malo. Claro que hay normas y prohibiciones de la misma forma que las
hay para jugar un partido de futbol. Las normas son la condición indispensable
para pasárselo genial jugando el partido. Lo mismo ocurre en la sexualidad, las
normas son la condición para disfrutar del bien de la sexualidad que no es otro
que el amor.
4.
Vd. Lleva años impartiendo cursos de formación y talleres de educación
afectivo-sexual en toda España, ¿Realmente se puede educar el amor?
Al menos eso es lo que me dicen muchas personas
después del curso. Un comentario repetido es “yo vine aquí para saber cómo
responder a mis hijos o alumnos y resulta que el curso me ha servido a nivel
personal y para mi matrimonio”. Cuando después de los años te vuelves a
encontrar gente que hizo el curso y te dice que hubo un antes y un después
sientes la inmensa satisfacción de estar haciendo algo que vale la pena.
5.
¿No tienen ya los jóvenes suficiente formación e información sobre este
tema?
Tienen una exhaustiva deformación sobre el tema.
Muchos jóvenes están inmersos en la auténtica educación en la infidelidad que
se les propone a través de los medios de comunicación y pensamiento
políticamente correcto, desde los que reciben un constante “protégete y
disfruta”. Si te paras a pensar un poco es difícil disfrutar de una relación
íntima en clave de “ten cuidado” ¿Cómo pasarlo bien si tienes miedo? Así que de
esta invitación incongruente se quedan con la parte buena, la de “disfruta”.
Las consecuencias son tristes porque viven la posibilidad de transmitir la vida
como una maldición cuando en realidad es un regalo maravilloso y – ITS aparte-
el corazón se desgarra cuando la decepción espera a la vuelta de una relación
en la que no había conocimiento ni verdadera implicación.
6.
¿No es la sexualidad un tema tabú para la Iglesia?
Creo que
cada vez menos. Yo no hago más que hablar del tema y esto casi siempre en un
ambiente eclesial. Pienso que la tendencia es a concederle el valor que tiene,
a profundizar y trasmitirlo. Queda mucho por hacer y es verdad que te
encuentras reticencias, pero lo cierto es que una vez que se han articulado
respuestas convincentes para las preguntas del hombre de hoy, -cosa que creo
que está ya hecho- el paso siguiente, el de salir a la calle y ponernos a
conversar, se va a hacer más pronto que tarde, porque la urgencia es máxima, la
verdad.
7.
Desde su experiencia en estos cursos, ¿cuál podríamos decir que es el
primer desafío/problema que se debería de atajar?
No sé… tenemos que ser capaces de hacer oír nuestra
voz en la opinión pública, en el debate político, pero sobre todo lanzarnos a
por los niños y jóvenes, literalmente convertirnos en acompañantes que proponen
alternativas de ocio y tiempo libre que les permita vivir relaciones de amistad
que no estén erotizadas. Tenemos que entender que el reto del momento es una
llamada a ser adultos que acompañen a los más jóvenes a descubrir su vocación
al amor, enseñándoles a madurar su vida interior, hacerles personas
acercándoles a Dios. Sin complejos, con cariño y convencimiento.