Encuentro navideño de las familias con el obispo
ENCUENTRO DE LAS FAMILIAS CON EL OBISPO
CATEDRAL DE CÁDIZ
SÁBADO, 29 DE DICIEMBRE
DE 17,30 A 18,30 H.
La Catedral de Cádiz se llenó el día 29 de diciembre de la alegría de los
niños que junto con sus padres y abuelos acudieron a la llamada del Sr. Obispo para
celebrar un encuentro navideño con las familias.
En este año de la fe la familia se descubre de nuevo como un lugar natural
para la transmisión de la fe, por eso la nueva evangelización va dirigida de
manera prioritaria a la familia. La iniciación cristiana que cada uno de
nosotros hemos experimentado, especialmente a través del Bautismo, la
Confirmación, la Penitencia y la Eucaristía, nos recuerdan constantemente el
papel de especial importancia que la familia tiene en todos y cada uno de estos
acontecimientos. Nos recuerda que nuestra vida cristiana es la acción de la
gracia de Dios en cada uno de nosotros, creciendo en la fe “cuando se vive como
consecuencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia
y gozo”.
Fue una celebración sencilla en la que tras la alocución de D. Rafael
Zornoza rezamos por el don de la familia y de la vida que tan amenazadas se
encuentran en nuestra sociedad. Entre cantos se sucedieron tres testimonios por
parte de tres matrimonios. El primero fue la familia de Pablo y Maleni que
acompañados de sus hijos pequeños nos explicaron cómo viven y educan en la fe
en familia. A continuación intervinieron Manolo y Cati manifestando cómo lo
prioritario ha sido la acción de Dios en sus vidas y en las de sus hijos ya
mayores que continúan viviendo su fe. Emocionante fue cuando Carmen y Nicolás,
junto con sus hijos y nietos salieron para contarnos como Dios ha estado grande
con ellos en los buenos y en los malos momentos a lo largo de su vida.
En el corto espacio de una hora hubo tiempo para cantar, para rezar por los
abuelos, para renovar los votos matrimoniales, proclamar el Magnificat, rezar
por las familias, … y terminar con la bendición de la familia por parte del sr.
Obispo de Cádiz y Ceuta.
A continuación D. Rafael hizo entrega de una obsequio a cada uno de los
asistentes, un saquito de sal para recordarnos que cada familia es “Iglesia doméstica”
llamada a evangelizar a sus miembros y también llamada a llevar el Evangelio a
quienes no han oído hablar de Cristo, a los que han perdido la fe y a los que
la viven con dudas o mediocridad. Familias
transformadas por la acción de la Gracia que muestran al mundo la belleza de la
familia querida por Dios en su plan de salvación de todas las personas,
prototipo que aporta fidelidad, paz, justicia, defensa de la vida, solidaridad,
…Amor.
Terminó la celebración con el canto de villancicos amenizados por el Coro de la Parroquia de Santa Cruz. Ha sido un momento festivo de oración, de celebración, de testimonios, de comunión eclesial donde hemos recordado que "la familia es el ámbito natural donde es acogida la fe y la que va a contribuir de una manera muy especial a su crecimiento y desarrollo. En ella se dan los primeros pasos de la educación temprana de la fe y los hijos aprenden las primeras oraciones, como el avemaría, el 'Jesusito de mi vida', el 'Ángel de mi guarda' y el padrenuestro. También experimentan el amor a la Virgen, a Jesucristo, y es donde por primera vez oyen hablar de Dios y aprenden a quererlo viviendo el testimonio de sus padres".
TESTIMONIOS:
NICOLÁS Y CARMEN
Cuando se nos pidió que diéramos
este testimonio, nos quedamos sorprendidos, porque pensamos que hay personas
más preparadas que nosotros para hacerlo.
Nuestra experiencia de fe viene
de nuestra infancia ya que nuestras madres nos transmitieron su fe sencilla y
humilde, como eran ellas.
Muy pronto empezamos a colaborar
en nuestra Parroquia de San Andrés de Villanueva de los Infantes, el pueblo de
Santo Tomás, y lo hacíamos perteneciendo a la Acción Católica.
Hace 56 años nos casamos y
vinimos a vivir a Cádiz. Siempre hemos vivido frente a San Antonio y hemos
colaborado con los distintos párrocos.
Pero nuestras actividades
tuvieron un gran parón pues en seis años tuvimos seis hijos que ocuparon todo
nuestro tiempo.
Pero entonces tuvimos la mayor
experiencia de fe: la segunda de nuestras hijas, a causa de un tumor cerebral,
estuvo cuatro meses en coma, que fueron los más duros de nuestra vida. Pero
aquello nos acercó más a Dios. Nos dimos cuenta de que hay momentos en la vida
que ni la ciencia ni el dinero sirven para nada. Y nos agarramos a Dios con
todas nuestras fuerzas.
Todos los días, un sacerdote nos
daba la comunión y una bendición a nuestra niña. Dios se la llevó con Él, pero
nos dio fuerza para salir adelante con los otros cinco y que en nuestra casa se
viviera siempre con alegría.
Nuestra parroquia estuvo cerrada
varios años y al volver a abrirla empezamos a colaborar en donde era necesario:
Economía, Cáritas, Catequesis, Pastoral de la Salud, … En fin, donde éramos
requeridos. Pero esta actividad se ha reducido con el peso de los años. Tenemos
14 nietos y tres biznietas preciosas y no hacemos más que pedir a Dios que los
bendiga para que no se pierda aquella fe que inculcaron nuestras madres en
nosotros.
Gracias Señor Obispo por
escucharnos y gracias también a todos.
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
Cati y Manolo. Nosotros llevamos veintiséis años casados
y tenemos tres hijos de 25, 24 y 18 años de edad, estamos muy orgullosos de
ellos porque son muy buenas personas y muy trabajadores.
1.-
Siendo novios conocimos el Ideal de la
Unidad. Experimentamos vivamente que Dios es Amor, que Dios nos amaba con
un amor infinito e incondicional, que el verdadero amor es aquel que está dispuesto a darlo todo
por el otro, incluso la vida si fuese
necesario, sin esperar recibir nada a cambio. Este descubrimiento supuso un
gran cambio en nuestras vidas. Pensando
en nuestro matrimonio, sentimos enseguida la exigencia de poner a Dios y
nuestra familia en el primer lugar de nuestra vida. Por ello renunciamos a varios ofrecimientos de trabajo que
suponían trasladarnos a Madrid, ganar sí, más dinero, pero disponer de menos
tiempo para estar juntos y profundizar en nuestra vida de unidad.
2.-
Viviendo este Ideal entre nosotros y con otras familias, poniendo en práctica
mes por mes el Evangelio, una Palabra de Vida, cuyas experiencias luego nos
comunicábamos, experimentamos una presencia nueva de Dios Amor, la presencia
prometida por Él “donde dos o más están reunidos en su nombre” ¡Jesús en medio
nuestro!. Ese ha sido nuestro secreto, la roca firme, para superar todas las
dificultades que se nos han presentado, la “perla preciosa del Evangelio por la
que valía la pena vender todo”. Ha sido Él la Luz que nos ha guiado por el
camino de la verdadera alegría y la verdadera felicidad, el único Ideal que
nunca nos ha fallado. Hemos aprendido juntos en la familia muy concretamente,
con esfuerzo y con tropezones, que, ante Dios, era mejor una cosa menos
perfecta, pero hecha en unidad, que otra más perfecta haciéndola desunidos.
3.-
Esta vida de unidad nos ha impulsado a estar abiertos a los demás, colaborando
en las catequesis de nuestra parroquia, en un bazar solidario, ayudando a
familias en dificultades, realizando la adopción a distancia de un niño de
Camerún,...
4.-
Como padres, hemos intentado acompañar el crecimiento de la fe en cada uno de
nuestros hijos, como se cuida y acompaña el desarrollo de una semilla puesta
por Dios mismo en sus corazones, dedicando mucho tiempo a estar con ellos,
intentando ser un ejemplo, enseñándoles las oraciones y rezando juntos, participando
asiduamente en los sacramentos desde que nacieron, creándoles hábitos saludables como el estudio, el deporte,...y,
educándoles en la generosidad, la honradez, el esfuerzo, el respeto, la solidaridad, la verdad, la austeridad, la
humildad y la paciencia, haciéndoles
descubrir que Jesús es el amigo que nunca nos falla.
5.-
Descubrir y hacer la voluntad de Dios, que es Amor, en cada momento presente,
mejorar cada día y volver a empezar siempre las muchas veces que nos
equivocamos, han sido y son la brújula de nuestro viaje. Naturalmente no ha
sido siempre fácil. Hemos experimentado claramente que se trataba de una
verdadera gimnasia y una escuela permanente. Jesús Crucificado, nos ha enseñado
una alquimia divina: todo dolor, dentro y fuera de nosotros, se podía
transformar en amor. Y así, hemos ido aprendiendo a encontrarle a Él en cada
dolor, también en los tropiezos y las equivocaciones, que nos han servido de
trampolín para no perder el ánimo y perseverar con humildad.
_____________________________________