sábado, 8 de diciembre de 2012

LA INICIACIÓN CRISTIANA (1ª parte)



LA INICIACIÓN CRISTIANA (1ª parte)



LA INICIACIÓN CRISTIANA
EN LA FAMILIA, EN LA PARROQUIA Y EN LA ESCUELA


Cuando hablamos de iniciación cristiana pensamos que se refiere a un primer acercamiento; y es verdad, así es. Pero no sólo se trata de los comienzos pues en lo espiritual siempre estamos comenzando. Toda una vida (más o menos larga) es una iniciación cristiana, un acercarse a Dios cada día un poco más. La experiencia nos enseña que esta formación cristiana es el mejor seguro para la felicidad, anticipo de la Vida Eterna. Vivir a lo Cristo, que es dejar vivir a Cristo en nosotros, es el mejor método para ser feliz, para vivir alegre, libre y en paz. Ya anticipo, poniendo las carta boca arriba, que vivir a lo Cristo de forma integral es aceptar la Cruz, es amar la Cruz; y como consecuencia vivir Resucitados, transformados, "cristianados".

La Iglesia, Madre y Maestra, lleva dos siglos iniciando en el cristianismo y sabe cómo hacerlo. Pero no siempre se han seguido sus enseñanzas, no siempre se ha sido fiel a sus orientaciones. Durante toda la historia se han sucedido épocas de éxitos y de fracasos, de utilización de eficaces métodos y de desafortunadas formas de iniciación cristiana. En los últimos años hemos asistido a una situación paradójica, aceptación social de lo religiosos (ahora poco a poco la ingeniería social emprendida ha provocado un vuelco en este punto), multitud de medios para evangelizar; muchos colegios católicos que se han ganado un prestigio a lo largo de los años, parroquias con propuesta de diversas actividades, familias más abiertas al diálogo para la propuesta cristiana... Sin embargo no se ha iniciado cristianamente y de los colegios salen sin fe o, en algunos casos contra la fe. Las familias no se ven con fuerza, ni con iniciativa para evangelizar (porque tal vez no estén evangelizadas ellas mismas), los párrocos se ven demasiado sólos para una tarea que debe ser de toda una comunidad. Pero no es la hora de las lamentaciones, sino de la acción.

Todo este panorama no es achacable sólo a éstos agentes que han dejado de utilizar formas adecuadas para la iniciación cristiana, pues hay que tener en cuenta que la tarea no es facil en el ambiente que nos ha tocado vivir. En muchos casos nos hemos dejado influir por el ambiente hostil, sin embargo este mismo ambiente debe ser un impulso para las familias, para las parroquias y para los colegios que los lance a una iniciación cristiana sin complejos, integral, valiente, audaz, ... conscientes de que es Dios el que actúa, si le dejamos y si nos ponemos en sus manos, si desamos ardientemente su voluntad.

La iniciación cristiana se ha de basar en cuatro columnas, que no anulan ni invalidan otras actividades, sino que las cargan de sentido. Cuatro columnas que serán la base para la construcción de cualquier programa de iniciación cristiana en la familia, en la parroquia y en los colegios católicos. Ha de basarse en las cuatro columnas de forma conjunta. Si falta una columna el edificio se caerá o, como mínimo se tambaleará.

1- Oración (diálogo con Jesucristo).

2- Sacramentos (especialmente la Eucaristía y la Penitencia).

3- Lectura y reflexión de la Palabra de Dios.

4- Ayuda a los demás.


Tal vez tú que estás leyendo este escrito "por casualidad" seas catequista en tu parroquia o en el colegio; tal vez seas padre o madre con el deseo de transmitir a tus hijos la fe que heredaste de tus padres. O quizás te has encontrado con este blog "por esa misma casualidad" y te hayas planteado empezar a nadar (incluso bucear) en tu propia iniciación cristiana. Y, ¿por qué no? tal vez seas ya cristiano y te sirva de revisión para tu propia vida, ya que la iniciación cristiana no caduca con el tiempo, toda una vida es iniciación al encuentro con Dios.

Pues ahora, antes de seguir leyendo, te propongo que hagas un balance de tu forma de iniciarte en el cristianismo o de la manera en que inicias a tus catecúmenos (a tus alumnos, a tus hijos) en el cristianismo. Ah, y valora también qué resultados has obtenido como educador en la fe. ¿Has utilizado las cuatro columnas?, ¿todas han sido igualmente importantes?, ¿alguna columna ha sido más bien un adorno, una falsa columna, que no sustenta ningún edificio?, ¿cuál te falta? (si es que te falta alguna), ¿piensas que alguna de ellas sobra o se debe dar por sobreentendido?, ¿piensas que alguna ya la descubrirán con el tiempo?, ¿alguna no es apropiada en los inicios o "no es atrayente" para los jóvenes?, ¿crees que no la soportarán?, ¿son las columnas de tu propia vida?. Demasiadas preguntas, ¿verdad?.

Independientemente del resultado de tu reflexión, te propongo que los pongas en práctica, que sean la base de tu catequesis. Irás viendo los frutos más pronto de lo que piensas. Verás a jóvenes haciendo oración con el mismo entusiasmo e ilusión que acuden a una residencia de ancianos a colaborar como voluntarios. Verás a tus catecúmenos (alumnos, hijos) acudir libremente a la Eucaristía para recibir a Cristo, fuerza e impulso jóven. Sabrán que los valoras porque les haces propuestas fuertes, claras, valientes, audaces. Al joven si se le pide poco no da nada, si se le pido mucho lo da todo. No se trata de imponer sino de hacerles propuestas exigentes.


1- LA ORACIÓN, diálogo con Jesucristo.

Haz la prueba, propón a tus catecúmenos hacer un rato de oración para que la experimenten. "Las ideas no se comprenden hasta que no se viven y se dejan de entender cuando se dejan de vivir" (P. Tomas Morales SJ). Y, después invítales a compartir su experiencia; te sorprenderá porque la oración siempre es fecunda.

Ayúdales con algunas indicaciones para que llenen de contenido ese momento de oración, que le cuenten a Jesús sus ilusiones, sus preocupaciones, sus dudas, sus proyectos, sus éxitos y sus fracasos. Que le expongan a Jesús sus deseos de ser cristianos, sus motivaciones para acudir a la catequesis. Que le pidan a Jesús que sea el centro de su vida. Y dejáles a solas con Jesucristo. Él hará el resto.

En otra ocasión explícales brevemente un pasaje del Evangelio, invítales a meterse en la escena, a ver la escena, a oir lo que dicen, a escuchar, a oler y tocar. Todos los sentidos dirigidos al relato evangélico. Plantéales qué aplicación práctica sacan para su vida. Y dejáles a solas con Jesucristo. Él hará el resto.

Poco a poco, haciendo ratos de oración constante y de forma periódica descubrirán la eficacia de la oración, la elocuencia del silencio delante del Sagrario, donde está presente Jesucristo. Él les irá transformando a cada uno según su propio ritmo. Tu tarea como catequista es presentarles a Jesús, como el amigo que realmente es; el resto lo hará Él mismo.

Una persona de oración frecuente, pausada, serena podrá transformar toda actividad diaria en oración, es decir toda actividad será de Dios a través de nosotros. El protagonista es Cristo porque de Él es siempre la iniciativa. Esta oración será la mejor preparación para la celebración de la Eucaristía y de la Penitencia. Así descubrirán que una vocación (al sacerdocio, a la vida religiosa, al matrimonio) más que una elección es ser consciente de haber sido elegido.

Como ves no es suficiente una oración al inicio de la clase o de la catequesis, como no es suficiente, por ejemplo, bendecir la mesa en el hogar. Todas estas prácticas son imprescindibles y muy importantes para crear ambiente de oración. Pero se cargarán de sentido si después mostramos la elocuencia del silencio de la oración personal con el Señor. Sin este baño que empapa todo nuestro ser, las practicas podrían facilmente convertirse en un barniz o en un adorno que no soporta por sí sola la contrucción de un edificio. Las columnas sirven para darle solidez a la construcción, los adornos para crear ambiente.

(2ª parte)
2.- LOS SACRAMENTOS (especialmente la Eucaristía y la Penitencia)

____________________________
Antonio Manuel Sánchez Sánchez (12/04/2011)