Sobre el no nacido: Reconocer a Cristo
sufriente en esta nueva forma de pobreza y fragilidad
Este martes 25 celebré en San
José de Cádiz una Eucaristía por la vida, enmarcada litúrgicamente en el día de
la Anunciación del Señor a María.
El
combate por la vida es la única causa del siglo XXI no contaminada por
consideraciones estratégicas, económicas o de baja política; la única en la que
cualquier persona de bien puede comprometerse sin reserva mental o moral
alguna.
Es preciso hacer ver a una sociedad que se debate entre sentimientos encontrados que la apuesta por la vida nos protege a todos, no sólo a los no nacidos, de la experimentación social, del pragmatismo economicista y de las filosofías materialistas y relativistas que reducen al hombre a la condición de prescindible en función de los cálculos y expectativas de los más fuertes. Así lo han comprendido los cientos de miles de ciudadanos americanos, franceses, españoles o peruanos que con su actividad pública están haciendo girar ya la tendencia abortista del mundo en favor de la vida.
Es preciso hacer ver a una sociedad que se debate entre sentimientos encontrados que la apuesta por la vida nos protege a todos, no sólo a los no nacidos, de la experimentación social, del pragmatismo economicista y de las filosofías materialistas y relativistas que reducen al hombre a la condición de prescindible en función de los cálculos y expectativas de los más fuertes. Así lo han comprendido los cientos de miles de ciudadanos americanos, franceses, españoles o peruanos que con su actividad pública están haciendo girar ya la tendencia abortista del mundo en favor de la vida.
El
Papa Francisco nos anima a esta maravillosa misión en favor de la vida humana
como parte de la evangelización. En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium
el Santo Padre habla del aborto (nº 213 – 214) y de reconocer a Cristo
sufriente en esta nueva forma de pobreza y de fragilidad: “la Iglesia quiere
cuidar con predilección a los niños por nacer, que son indefensos e inocentes,
a los que se priva de su dignidad para nacer y de su vida…”; “pero la defensa
de la vida está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano.
Supone la convicción de que siempre es sagrado e inviolable, en cualquier
situación y en cada etapa de su desarrollo. Supone que es un fin en sí mismo, y
nunca un medio para resolver otras dificultades… Si esta convicción cae no
quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos.”
Lo cual quiere decir que todo queda sometido al poder de turno o al egoísmo más
fuerte.
Le
pido al Señor amar la vida que él nos ha dado, y a María saber acogerla como el
don más valioso, y, con una mirada profunda, valorar todo lo humano, para
ofrecer a la sociedad el camino de su propia dignidad.